La Federación Canaria de Deportes de Montaña lanzó su campaña «Mujeres que Aman Montañas» para destacar las historias de mujeres que han encontrado en la montaña un espacio de desarrollo.

Continuando con esta serie, hoy presentamos a Caridad Rodríguez Pérez-Galdós, senderista del S.M.C.D. Neophron y una de las primeras mujeres en ascender al Roque Nublo, en Gran Canaria, junto con Pilar Fernández Barea. Su testimonio enriquece nuestra comunidad, compartiendo su experiencia y profunda conexión con la naturaleza.

Caridad Rodríguez Pérez-Galdós

Senderismo
S.M.C.D. Neophron

 

Soy

Me llamo Caridad Rodríguez Pérez-Galdós, soy montañera desde joven. Nací en 1956 en Las Palmas de Gran Canaria, donde aún resido. Soy doctora en Antropología y he dedicado toda mi vida profesional al Cabildo de esta isla, donde comencé en 1979 como becaria y continué hasta mi jubilación en 2024. Mi labor siempre ha estado vinculada a la cultura tradicional y los oficios artesanos, lo que me ha permitido conocer y recorrer en profundidad Gran Canaria. Aunque he tenido la oportunidad de viajar por todo el mundo, sé que mi hogar está en Canarias. Sigo saliendo a la montaña para practicar senderismo.

Cuándo y cómo me aficioné a la montaña

Me aficioné a la montaña desde joven, me inscribí empujada por una amiga, en enero del año 1971 en el Grupo Montañero Gran Canaria. Tenía 14 años y, al poco tiempo, además de hacer senderismo, que entonces llamábamos «ir de marcha», hice un curso de espeleología y otro de escalada, deportes que practiqué durante varios años con entusiasmo. Aquellas primeras experiencias me abrieron un mundo nuevo, lleno de retos y descubrimientos, en el que aprendí a conocer la montaña en todas sus formas, desde las profundidades de sus cuevas hasta las alturas de sus paredes rocosas. A lo largo de mi vida, he seguido acercándome a las montañas, caminando por ellas, subiendo y bajando sus senderos, encontrando en cada travesía una conexión especial con la naturaleza y conmigo misma.

Qué significa para mí la montaña

La montaña ha sido mucho más que una afición en mi trayectoria; yo creo que practicar un deporte es fundamental para afrontar la vida, te la hace más fácil. Desde que di mis primeros pasos en la montaña, las marchas y la escalada se convirtieron en un espacio de libertad y de felicidad. Cuando te gustan las montañas muchas de tus decisiones y de tu manera de querer ver el mundo vienen marcadas por ellas. La montaña no es solo un sendero recorrido o por recorrer, sino una parte esencial de quien soy.

Momento memorable en la montaña

Además de llegar a la cima del Nublo, teniendo yo 15 años, junto a Pilar Barea, siendo las primeras mujeres que escalábamos este Roque que es el monolito más emblemático de Gran Canaria, a quien incluso le dedicamos nuestro Himno, recordaré siempre como momento memorable en la montaña, la llegada al Circo del Annapurna, en Nepal, después de una caminata de doce días agotadores, subiendo y subiendo hasta llegar a los 5.000 m. También siempre recordaré los días que pasé en Namche Bazaar, conocer a los sherpas y ver el majestuoso Everest enfrente de mí.

Lo que la montaña me ha enseñado

La montaña ha sido un camino, un desafío, me ha enseñado el valor de la amistad, a confiar en los compañeros y en ti misma, a no dejar las cosas a medio, pero también a conocer mis límites en cada etapa de mi vida. A saber que el esfuerzo tiene su recompensa.

El deporte de montaña te cambia la forma de ver la vida, las actividades en la naturaleza, al aire libre, en muchas ocasiones te obligan a tomar decisiones en el momento, aprendes que cada paso cuenta, que un mal paso puede ser fatal, que siempre hay que estar alerta. La montaña te impone su propio ritmo y te enseña a ser paciente y cuando alcanzas tu cima, sea grande o pequeña la sensación es indescriptible, no solo por el logro en sí, sino porque sabes lo que te ha costado llegar hasta ahí, y eso lo puedes aplicar a cualquier meta de tu vida.

Empezar muy joven en la montaña me ayudó a socializar, a conocer amigos que aún conservo y con los que a veces comparto caminatas y encuentros, hizo que conociera todos los rincones de mi Isla, que me interesara por la naturaleza, por conocer los nombres de las plantas silvestres, por participar en la repoblación de plantas autóctonas, la montaña me enseñó a valorar la importancia de estar en buena forma física y muchas otras actividades relacionadas con estar al aire libre y disfrutar del entorno natural.

Un consejo clave para principiantes

Si la montaña te engancha, será una pasión que te acompañará toda la vida. Al comenzar en este deporte, descubrirás que no solo es una actividad física, sino también una escuela de vida. Te ayudará a fortalecer el carácter, a valorar la belleza de los paisajes, a conectar con la naturaleza y a preocuparte por el bienestar del planeta. Además, compartirás momentos únicos con compañeros que se convertirán en amigos para siempre. Lo importante es empezar poco a poco, explorar diferentes actividades y encontrar lo que realmente te apasiona. La montaña solo te pide respeto, pero a cambio te dará mucho más de lo que imaginas.